viernes, 4 de octubre de 2013

Arbitrariedad e impunidad disfrazada de gobierno

CRÓNICA
Por Víctor Hugo Ornelas

Fue al más puro estilo de “La Ley de Herodes”, es más, la aclamada película del cineasta Luis Estrada se quedó corta como para describir la situación arbitraria -y hasta el momento impune- que tuvo lugar en pleno centro de la Cabecera de Tlajomulco.

Ahí, en la calle que conduce a la sede oficial de gobierno y que por cierto lleva el nombre del único mandatario nacional que gobernó en dictadura: Porfirio Díaz.


Apenas a las nueve de la mañana, el dos veces Alcalde por el Partido Revolucionario Institucional, se encontraba afuera de su domicilio coordinando a un sujeto que una a una retiraba de la fachada de la finca un par de lonas alusivas a las pasadas elecciones, una de ellas de promoción al candidato municipal y al aspirante a la gubernatura, otra al ahora Presidente Enrique Peña Nieto.

Aproximadamente una hora después inició el espectáculo, algunos vecinos de la calle salieron a presenciar cómo una retro excavadora arremetía contra el muro principal de la quizás no bonita, pero finca de adobe.

Así, sin más ni más, en medio de la calle, atravesado como bañista en playa nayarita, un camión de tres toneladas en color rojo y con logotipos del Ayuntamiento de Tlajomulco esperaba que el operador de la excavadora concluyera con las maniobras para trasladar lo que sería el primer viaje de escombro originado de la demolición y con ello imposibilitó la circulación a decenas de automovilistas, que con cara de encabronamiento y pronunciando unas cuantas palabrotas a regañadientes, echaban la reversa y buscaban otra calle para circular.

A unos metros, un elemento de la policía municipal actuó como pocos lo hacen, o sea de buena fe, vio los logos del gobierno al que rinde cuentas y no dudo ni poquito en caminar al primer cruce, colocar un cono anaranjado en medio de la calle y comenzar a desviar el tráfico, entre ellos un camión de pasajeros proveniente del sur del Estado que transportaba pacientes a la clínica 180 del Seguro Social.

Todo parecía ser normal, incluso la inoportuna aparición de maquinaria municipal obstruyendo el tránsito vehicular en plena mañana de lunes, todo excepto una cosa, se trataba de un domicilio particular y el uso de vehículos oficiales podría considerarse desvió de recursos.

Ahí es donde todo salió a relucir, el camión resultó no ser del gobierno, sino de un Regidor, el perredista Quirino Velázquez, el cual terminó por ahorcarse solito durante la sesión de cabildo en la que Adrián Salinas mencionó que se investigara la participación de lo que hasta ese momento pensaban que sería maquinaria pública en una obra particular.

Velázquez Buenrostro entró al quite y dijo que no era del Ayuntamiento el par de vehículos en cuestión y dio una descripción casi técnica de cada uno de ellos, posteriormente minimizó el hecho y dijo que la casa en la que laboraban era del ex Alcalde Ernesto Díaz.

Pero ya era tarde, la Dirección de Obras Públicas había mandado inspectores al lugar y estos se percataron de que en la finca se llevaba a cabo una demolición sin medida alguna de seguridad y para sumarle, sin la licencia correspondiente.

Vaya usted a saber cómo gobernó Díaz Márquez durante dos administraciones, si el hombre no se dignó a tramitar un permiso y pagar el impuesto correspondiente como cualquier simple mortal, eso sí, el autoproclamado comunero de estas tierras, todavía tuvo la ocurrencia de violar o permitir que se violaran los sellos de clausura durante la noche y seguir trabajando.

Y por la mañana, el siguiente día y el siguiente, no pasó nada, es cuando uno se pregunta, qué dirá sobre esto el nuevo PRI, el PRD de izquierda y los que aseguran están marcando el paso.

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