miércoles, 22 de diciembre de 2010

No se prenderán después de las 5

Se tomaron medidas de prevención sobre las ladrilleras por la mala condición ambiental

Por Ángel Barajas

Se autorizó en cabildo la aplicación y ejecución inmediata de medidas preventivas para el control de emisiones contaminantes de las ladrilleras. Uno de los principales puntos es la prohibición sobre el establecimiento de nuevos talleres de ladrillo dentro o cerca de las poblaciones del municipio, algo que para los actuales ladrilleros no fue difícil de aceptar.
También incluye la reglamentación del proceso de quemado, una de las etapas más importantes, ya que de no ser adecuada el producto final puede resultar de mala calidad para la construcción. El horario establecido será desde del medio día hasta las 5 de la tarde, entre los meses de diciembre a febrero de cada año, iniciando inmediatamente.

La dirección de medio ambiente y ecología será la encargada de realizar la vigilancia y determinar si existen infracciones a estas medidas y en caso de ser así imponer la sanción correspondiente según el dictamen y el reglamento administrativo, que pudieran ser desde una multa hasta la clausura del taller.
Todo esto bajo la búsqueda de la mejora en la calidad del aire dentro del municipio y en especial de la cabecera municipal, ya que alrededor de 70 talleres se encuentran en los alrededores de la misma.

¿qué son las ladrilleras?
Los talleres de ladrillos o ladrilleras (como son tradicionalmente conocidas) son una de las principales fuentes de trabajo en la cabecera y varias partes del municipio, siendo identificada ya la producción de ladrillos como tradición y una de las actividades que ha perdurado como base de la economía a través del tiempo en Tlajomulco.
El proceso es relativamente simple, pero muy laborioso, iniciando como en todos los oficios, con la adquisición de la materia prima, que según comentan los productores han tenido un encarecimiento significativo en los últimos años.
“Hace cuatro años estaba comprando el viaje de barro a 300 pesos, ahorita me lo dan a 600. El tepetate lo compraba a $500, ahorita me lo dan a $850. Ahí es mucho lo que estás pagando”

comentó Jesús Ramírez Rodríguez “El Pechocha”, uno de los conocidos productores de la localidad, que además expresó su preocupación por el desequilibrio del mercado.
La mezcla inicial se conforma de barro remojado, al que se le agrega tepetate harneado y se bate. Al tener una masa uniforme se agrega la basura de caballerizas (desperdicios de animales y alimentos como paja y alfalfa) y el aserrín.

Se bate la mezcla hasta crear una consistencia adecuada y se procede a “tirar” y secar, esta es la parte de la producción que muchos consideran como la más importante, porque depende de ésta si el ladrillo se quemará bien, si tendrá la forma y dureza adecuada.


Este proceso dura casi una semana en tiempo de secas, ya que el depende del aire y el sol, llegando a durar más de 15 días en tiempo de aguas, ya que el nivel de humedad en el ambiente retrasa el secado y los bloques se llegan a desbaratar por el encharcamiento de agua, pudiéndolos afectar no sólo en tiempo, sino también en material.
Teniendo el bloque seco, se acomoda en los llamados hornos, se apilan entre 2 mil y 20 mil ladrillos (según sea la cantidad de pedidos) y en el centro se coloca la madera, se enciende hasta “hacer brasas” y prender el ladrillo (literalmente), ya que el aserrín y la basura funcionan como combustibles secundarios. Al llegar a esta etapa se tapan los orificios y se deja “tostar” el material. Según nos dijeron los ladrilleros, duran de 4 a 5 días encendidos y después que se apagan se necesitan 2 o 3 días más para que la temperatura baje y se puedan mover sin problemas.
Después sólo queda la comercialización, que cada vez es más difícil, ya que la poca demanda y la gran competencia local han impactado las ganancias reales de este negocio, siendo reforzando sólo por la llegada de las constructoras.

“Por un mil les pago 550 pesos, por los de bóveda, pero también hay que pagar por los materiales, por acarrearlos, por quemarlos y todo. A mí me queda porque yo soy el que quema y los mueve, si no, no me quedaría nada”

nos dijo El Pechocha, agregando “Hasta piso pagamos aquí, como no tenemos terreno le pagamos al dueño del predio y ya lo usamos nosotros, si no, no tendríamos donde trabajar”, ya que poco a poco esta actividad se está volviendo de tipo familiar, limitándose por la constante expansión de la mancha urbana.

¿Y de la contaminación?
En el proceso de cocción, se dura alrededor de 1 hora en encender completamente los bloques, durante este paso no hay mayor emisión de humo, pero cuando se encienden los tabiques y se tapan los orificios comienza a humear de forma abundante. Esta etapa dura entre 3 y 4 horas hasta lograr una temperatura adecuada y que los ingredientes estén completamente encendidos. Después el humo disminuye y sólo queda esperar.
Acerca de las nuevas medidas, preguntamos a algunos ladrilleros sobre qué efectos tendrían sobre su trabajo, a lo que nos comentaron:
El Pechocha: “Pues a mí en nada, ahorita son las 12 y estoy prendiendo el horno, para mí no es problema”.

Guadalupe Nismar: “Yo prendía los hornos a las 12 de la noche, así en la mañana llevaba a mis niñas a la escuela y llegaba a ver cómo estaba la lumbre, para agarrarle ventaja y hacer más ladrillos. Pero no me afecta mucho, nomás será esperarme al otro día para quemarlos”

Marcos Cuervo: “Pues perjudicar nada, pos’ (sic) nomás a una hora verdad, yo digo que no hay problema”.
En general la respuesta de los ladrilleros ha sido buena, ya que son conscientes de la situación ambiental y viendo de manera positiva las medida en torno a la salud, solo habrá que esperar la reacción y opinión del gremio en general, ya que hay quienes no concuerdan con las medidas y aún tienen en la memoria las promesas que las respectivas administraciones han hecho hacia este sector sobre ayudas y apoyos, en general no siendo cumplidas o finalizadas, dejando más que un mal sabor de boca a los productores.


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