jueves, 1 de julio de 2010

¿A quién culpar de la violencia?

Por Mario González León

Ahora resulta que el tra­tamiento que los me­dios damos a la infor­mación sobre la inseguridad y crimen organizado, inciden en el clima de violencia. Así lo afirmó el secretario de gober­nación Gómez Mont, en el foro binacional de medios celebrado esta semana, en donde partici­paron los principales diarios nacionales y diferentes autori­dades tanto mexicanas como estadounidenses.

Plantea además establecer un sistema de reglas para el ejercicio periodístico cuando se toquen temas vinculados a la seguridad y la violencia, ar­gumentando que la libertad, en este caso de expresión, debe ser ejercida con responsabilidad, con conciencia de los efectos que tendrá en la sociedad el tema abordado.

Planteado así, hasta bonito se ve. Sin embargo es la me­jor excusa para encontrar cul­pables por los altos índices de violencia que vivimos en los últimos meses en todo México, pero si sólo fueran los medios quienes inciden en la violencia, la situación no tendría por qué alcanzar los niveles que vemos.

No se trata sólo de la canti­dad de delitos cometidos, sino de la saña con que son come­tidos los crímenes, pues muy a nuestro pesar nos está resul­tado cotidiano darnos cuenta de decapitados, mutilados, di­luidos y otras formas sangui­narias de “saldar cuentas”, en donde el precio de una vida humana se ha devaluado de tal manera, que aún más sorpren­didos escuchamos el sueldo de obrero que recibe un asesino.

La forma y los motivos de matar han cambiado, la socie­dad también lo ha hecho, pero los medios de comunicación también. El secretario de go­bernación no se ha dado cuenta que los más lentos en adaptar­se a las nuevas condiciones han sido ellos mismos. Culpó a una nota de Sinaloa por el incre­mento en las muertes violentas en ese Estado, pues se regis­traron 60 más en comparación con el mes anterior. Dato alar­mante, pero que se queda corto con las 96 ejecuciones suscita­das en un solo día, el pasado 14 de junio en el país.

La mayor parte de los medios de comunicación ya nos hemos puesto nuestros propios méto­dos de control. Si se encuentra algún ejecutado, así lo decimos, no más, pero tampoco menos. No podemos dejar de decir lo que sucede a nuestro alrededor y quedarnos mudos ante esta ola de violencia, pero asumimos la parte que nos toca y hacemos lo posible por no promoverla y mucho menos provocarla.

Bien lo dijo el secretario, la libertad hay que ejercerla con responsabilidad, y sería nece­sario agregar que esa responsa­bilidad implica asumir las con­secuencias de los actos, pero cuando no existe autoridad que haga pagar por un crimen co­metido, la facilidad de volverlo a hacer aumenta y también el número de personas dispues­tas a hacerlo, dada la poca pro­babilidad de que tengan que purgar alguna condena.

A pesar de las escasas de­tenciones logradas, en com­paración con los crímenes cometidos, los medios de co­municación hacemos todo lo que esté a nuestro alcance para poder informar cuando los crí­menes sí son castigados, pero hasta eso resulta difícil por las leyes de seguridad vigentes. Si tratan de culparnos a los me­dios informativos, tal vez debe­rían verse a sí mismos antes de hacerlo.

Los medios dedicados al en­tretenimiento, sobre todo los televisivos, aportan mucho más a la violencia. Basta ver los con­tenidos de caricaturas, series, novelas, incluso de programas de comedia, todos con un alto índice de violencia y dada la gran penetración que tienen en la sociedad, van modificando los valores y ajustándolos a sus contenidos. Para ellos no existe ningún proyecto de regulación, pueden proyectar tanta violen­cia como quieran, aunque se auto impongan límites en imá­genes explícitas, parece que lo hacen más por falsa moral que por convicción social, pues des­de las caricaturas con un públi­co mayoritariamente infantil hasta las novelas están plaga­das de imágenes violentas, en donde se pone como modelo a seguir a aquel que pasa por los demás, al que logra matar al “malo”.

Si de verdad se quiere ba­jar la violencia, hagamos cada quien su parte. Nosotros ya lo estamos haciendo desde hace tiempo. ¿Ustedes cuándo?

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