lunes, 12 de julio de 2010

Adiós Don Ceferino

Con todos los honores fue despedido uno de los personajes más importantes de Tlajomulco: Ceferino Salas Andrade

Por Víctor Hugo Ornelas

No era oriundo de Tlajomulco, sus raíces lo reclamaban en Sínaloa, pero para Ceferino Salas, no hubo un lugar al cual quisiera y al que le diera tanto como a Tlajomulco.

Su llegada se dio en el año de 1944, Cajititlán lo acogió durante dos años para después verlo partir a San Diego California, donde se recibió como piloto aviador. Tras su regreso al país y varios estados recorridos, Ceferino, casado y con una familia a su lado, finalmente regresó a Tlajomulco en 1971, el pueblo no era ni la mitad de lo que es ahora, las carencias eran mayores a las comodidades, y Ceferino lo sabía, pero para ese entonces aún no imaginaba la enorme contribución que él aportaría para el Municipio, tanto para su desarrollo como en su crecimiento.

Su incansable búsqueda por el conocimiento y la superación lo hicieron un hombre diferente, apenas tomó su primer empleo en el Ayuntamiento y logro dar las primeras muestras de su capacidad y empeño.

Ceferino incursionó en diferentes áreas, se encargó del personal que elaboraba los puentes en el municipio para posteriormente ser comisionado como responsable de aseo público, impulsando el funcionamiento del primer camión recolector de basura; fue nombrado inspector fiscal, instructor de la primer banda municipal, encargado de la organización de festividades y desempeñó con éxito puestos en diversas áreas debido a la escasez de personal en el ayuntamiento. Como jefe de alumbrado público fue pionero en la instalación de lámparas de vapor.

Ceferino fue un servidor público en todas sus letras. Tras 11 años de ser miembro activo voluntario de protección civil, se le nombró comandante en jefe y posteriormente fungió durante un periodo como director de la dependencia, lugar que lo mantuvo en sus filas hasta los últimos días, pues desde el año 2000 ostentó el cargo de supervisor de protección civil y bomberos.

El Legado de Ceferino

Uno de los momentos más memorables en la vida de Ceferino llegaría en el año de 1972,Tlajomulco carecía de algún elemento que le diera identidad y el entonces presidente municipal Epigmenio Riestra lanzó una convocatoria, se buscaba el diseño de un escudo municipal.

Animado por sus familiares y amigos, Ceferino hizo uso de su ingenio y talento, impulsado por el gran corazón que siempre lo caracterizó, lo llevó a crear un diseño estilizado en forma de pergamino, en él, se representaba cada uno de los elementos característicos del Municipio, el zual y el pozo de ladrillo que simbolizan la cordialidad con los pueblos y la amistad, las armas en honor al Gral. Eugenio Zuñiga, el surco y la milpa simbolizando la agricultura, una campana representativa de la Cofradía, los cerros identidad de Tlaxomulli nombre original del municipio, un cántaro que habla de la alfarería, una chirimía tradicional Tlaxomulli y las iniciales TCP: Trabajo, Ciencia y Progreso.

Con una obra maestra como tal, sería difícil que Ceferino encontrara alguien que le hiciera competencia, lo cual no sucedió, el escudo de Ceferino sería sin ninguna duda el ideal para representar a Tlajomulco.

Fue entonces, en el mes de abril, cuando recibió la noticia, su diseño era el ganador de la convocatoria y no sólo eso, 38 años después, su obra se utiliza oficialmente como emblema de Tlajomulco de Zúñiga, lo que le valió ser el primer ciudadano en recibir la medalla al mérito civil, un reconocimiento que sabía que iba a recibir, pero que no le fue entregado en sus manos porque la salud no se lo permitió, pero aún en cama la pudo portar y sentir en su pecho.

Ese fue el legado que nos dejó un hombre al cual recordaremos como aquel que no dudó en dedicar su vida al municipio, siendo un ejemplo para cada uno de sus habitantes, un hombre que luchó hasta su último momento, que no fue arquitecto pero que supo edificar con valores y humanidad toda una vida, ese hombre agradable, pensante e inquieto que siempre estuvo dispuesto a recibir a quien fuera, incansable que nunca conoció el significado de rendirse, que se ganó el cariño, el respeto y el aprecio de todo aquel quien se cruzaba en su camino; un hombre que se marchó un cinco de julio para no volver, dejando un apellido, el cual con orgullo y la frente muy en alto, sus hijos podrán presumir, su herencia, es patrimonio de todos los tlajomulquenses, y su vida una historia de la cual tuvimos el gusto de ser testigos, de compartir y que hoy podemos contar.

Adiós Ceferino, pronto te alcanzaremos a ese lugar a donde te marchaste y que sabemos que a partir de hoy ya es mejor, porque estás tú. D.E.P. CEFERINO SALAS ANDRADE.

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